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  • Foto del escritorLa Pampa

Labranza y siembra directa: ¿Sistemas antagónicos o sinérgicos?

Para los ingenieros agrónomos y productores agropecuarios que nos formamos "de cuna" con el sistema de producción de siembra directa siempre nos resultó natural abrazar esta modalidad de trabajo. La idea de roturar un potrero con algún implemento es mentalmente "incómoda de asimilar".

- Por Mariano Fava -



Sin embargo, durante los últimos años se han suscitado algunas particularidades, quizás como resultado de más de 30 años de adopción masiva del revolucionario sistema de labranza cero. En efecto hoy en día está en marcha toda una línea de investigación orientada a pensar un sistema MIXTO o de "labranza ocasional prescripta", combinado por supuesto con la siembra directa como la columna vertebral de la producción argentina.


Esta nueva propuesta de trabajo surge para hacer frente a las malezas resistentes a herbicidas y otros inconvenientes inherentes a la siembra directa como el alto costo de los agros defensivos y fertilizantes.


Es así que de la mano del INTA, los productores y la industria metalmecánica agrícola se empezaron a evaluar, adaptar y mejorar sistemas rastras de eslabones encadenados, rejas sub superficiales, cultivos de servicio, rolos trituradores, etc. Incluso las fábricas empezaron nuevamente a montar líneas de producción de rastras doble acción y cinceles.


Claramente, si bien la siembra directa siempre va a tener el protagonismo principal por varias cuestiones que más adelante vamos a enumerar, debemos "darnos cuenta" que se deben desplegar otras alternativas, aunque sea circunstanciales y coyunturales, que permitan ver el agro ecosistema desde una manera más holística, ya no solo desde la edafología, para lograr que sea más sustentables no solo desde lo ambiental, sino también desde lo económico para todos los tipos de empresarios agropecuarios, ya sean estos chicos, medianos o grandes.


Durante los últimos años la labranza quedó relegada a situaciones muy puntuales, como por ejemplo campos alquilados de manera tardía que había que "acomodar" apresuradamente a los efectos de poderlos sembrar, lotes de relieve irregular que necesitaba emparejarse para una posterior eficiente trilla de soja, ya que la misma requiere de una superficie plana para el buen funcionamiento de los patines flotantes de la plataforma de recolección.


También se podía recurrir a la labranza cuando encontrábamos potreros que por alguna eventualidad, como podría ser una encajadura de maquinaria requerían una trabajo sectorizado de arada para "borrar cicatrices" en el suelo, y finalmente los laboreos de los perímetro de los campos para evitar el desarrollo de incendios. Fuera de estas coyunturas, no se recurría en general a la labranza, al menos en la magnitud en que se está empezando a registrar actualmente.



Al decidir intervenir un campo con un implemento de labranza se empiezan a suscitar una serie de cuestiones positivas y negativas. Dentro de los aspectos positivos de inclinarse por el laboreo tradicional de los potreros podemos enumerar:

  1. Facilidad de eliminar malas hiervas con alto grado de tolerancia o resistencia a herbicidas.

  2. Disminución de los requerimientos de fertilizantes por mayor oxidación de materia organiza que entrega nutrientes a los cultivos.

  3. Posibilidad de emparejar la superficie de los potreros.

  4. Eliminar una cantidad superior de humedad, lo que favorece el oreado de los lotes con problema de anegamiento.

  5. Originación de macro poros para la captación de humedad e intercambio de gases entre el suelo y la atmósfera

  6. Control de insectos de suelo


Sin embargo, labrar los campos deja expuesta a una serie importante de contratiempos respecto de los cuales no estamos acostumbrados:

  1. Problemas operativos por trabajos sustancialmente más lentos. Resulta evidente advertir que arar es mucho más lento que pulverizar, y del mismo modo sembrar sobre un lote en directa es más rápido que hacerlo en un campo labrado si queremos hacer un trabajo correcto.

  2. Poca duración de la humedad en la capa de siembra que reduce la ventana efectiva de siembra luego de una lluvia. Esto afecta la capacidad operativa de los productores cuando tienen que plantar extensiones considerables.

  3. Mayores coeficientes de roturas y mantenimientos de los implementos agrícolas.

  4. Susceptibilidad a la erosión hídrica y eólica.

  5. Mayor consumo de gasoil.


Dicho esto y para finalizar, queda claro que el empresario agrícola ha tenido que recurrir "contra su voluntad" a la labranza, impulsado por la necesidad que le plantean nuevos problemas concretos a los que se enfrenta en el campo. Sin duda, hay que mirar los sistemas con una nueva mentalidad, dejando abierta todas las posibilidades de acción, para poder desarrollar de manera colaborativa ("creación en masa"), una nueva agricultura sustentable desde lo ambiental y desde lo económico, pero como antes mencionamos con una visión más integradora en la que el cuidado del suelo y la humedad sea una parte fundamental, pero no única de este nuevo sistema. Fuente El Diario


- Por Mariano Fava -
Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP)
Posgrado en Agronegocios y Alimentos
@MARIANOFAVALP


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